Vaya pregunta, no?
Casi todos los que criamos en estos tiempos tenemos una meta común, que nuestros hijos sean felices (yo, personalmente, quiero que mis hijos sean buenas personas y lo demás ya vendrá solo) y en eso solemos trabajar.
Si definimos felicidad en nuestros hijos, solemos referirnos a un estado de plena alegría, con risas y carcajadas continuas, sin llantos, sin contratiempos, juegos, parques, comida y descanso a demanda. Un mundo hecho a la medida de las necesidades absolutas de nuestros niños y cubiertas de forma inmediata.
Así van pasando los primeros años de vida y mientras nuestros hijos crecen, sus necesidades y demandas, también. Y ahí estamos nosotros, cubriéndoles cada vez más todo lo que podemos.
Entonces yo me hago una pregunta, por qué si crecen y viven tan felices, llega un momento en que algunos, bastantes, empiezan a consumir…alcohol, pastillas…?
¿Por qué juegan a los Retos?, la ballena azul, el hielo y la sal….
¿Por qué realizan conductas de riesgo? ¿por qué viven enfadados con el mundo? ¿por qué no les motiva nada, ni estudio ni trabajo?….
Yo no tengo la respuesta a estas cuestiones, supongo que cada caso será una circunstancia diferente, pero creo que el objetivo que sean felices, aunque me encanta como concepto, pienso que hay algo que se nos escapa, que nos quedamos cortos. Por supuesto que tengo mi propia teoría, pero me gustaría que cada uno de nosotros analizáramos qué estamos haciendo y en qué podemos mejorar, porque por mucho que nos creamos perfectos como padres, no lo somos.
¿De verdad queréis que vuestros hijos sólo sean felices?.