«Él era mi vida»
Frase rotunda donde las haya, mucho más frecuente de lo que os podéis imaginar.
Personas rotas de dolor que se sienten vacías porque alguien ha dejado de existir en su vida.
«Mi marido, mujer, hijo, pareja, padre, madre….era mi vida», No tienen que haber fallecido, solo que ya no están donde estaban.
El lenguaje, como siempre, condiciona nuestras emociones y nos puede llegar a hacer un gran daño. Nadie, absolutamente nadie ES nuestra vida. Podemos querer muchísimo a determinadas personas pero no son nuestras vidas, NO LO SON, no os engañéis.
Son PARTE de nuestras vidas, eso sí, partes más grandes o partes más pequeñas y si ya no están, seguramente sentiremos un vacío proporcional al grado de cariño. Pero si consideramos que alguien es NUESTRA VIDA, y éste desaparece de ella, lo más probable es que nosotros también desaparezcamos y será ese terrible sentimiento el que tengamos, el vacío absoluto.
Tenemos que aprender a querer, es bueno querer a las personas pero no las necesitamos para vivir. Necesitar a alguien tiene una connotación patológica que no debemos permitirnos porque para existir sólo nos hacemos falta nosotros mismos y debemos salvarnos de mal vivir por una idea errónea.
