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No hay dos pacientes iguales. No hay dos diagnósticos iguales.

Sonia Esquinas. Psicóloga Sanitaria

Formación Cualificada

Psicología sanitaria

Trayectoria consolidada

+ de 25 años de Experiencia

Yo no sé ustedes, pero cada día percibo que existe más violencia entre las personas.

Violencia de todo tipo y en todas las áreas, psicológica, verbal, física, en los colegios, en el trabajo, en la calle…pero la que más me duele (aún doliéndome todas) es la violencia de los hijos a los padres que desgraciadamente va en aumento.

Pero ¿por qué está ocurriendo esto?.

En mi humilde opinión estamos viviendo en lo que se denomina La Ley del Péndulo. Esto es que hemos pasado de ser padres autoritarios a los que se «temía», a salir corriendo de esta postura para llegar justo a la contraria, padres permisivos que a la larga «temen a sus hijos».

En el quehacer diario de estos padres se ha educado a los niños en sus derechos, pero no en sus obligaciones, se les han permitido conductas por ser pequeños que han ido creciendo a la vez que el niño. Conozco casos como que un niño de 5 años empezó a escupir a su madre y a darle patadas para conseguir sus objetivos…lo malo es que los conseguía.

En general, no dejamos que nuestros niños tengan frustraciones, les damos cada cosa que quieren, podamos más o podamos menos, interese más o interese menos, convenga más o convenga menos. Esas peticiones no pasan por el filtro de racionalidad de un padre o de una madre, sino que son aceptadas ciegamente porque salen de la boca de nuestros hijos y en el momento en el que esas peticiones no pueden ser atendidas, los niños no saben superar la frustración del no (y lo pongo en minúsculas, no en mayúsculas, porque es un no de unos padres cargados de culpa por no poderlo conseguir y un no temeroso de la reacción del niño, es un no pequeño, sin energía, sin decisión y con la boca pequeña).

Ahí aparece la violencia de los hijos a los padres.

También me preguntan, ¿no tienen estos niños una patología previa?. Rotundamente NO, en la mayoría de los casos. Otra cosa es que a lo largo de la evolución de este tipo de vínculos sí pueden ir desarrollando depresiones, angustia, ansiedad…que para minimizarlas tienden a recurrir a las drogas y a la bebida, convirtiéndose así en un círculo vicioso en el que se pierden ya del todo.

¿Y qué podemos hacer?. Cariño, diálogo, normas, límites, besos, orden de vida, Abrazos, alimentar la autoestima, NOES (en mayúsculas), presencia y Acompañamiento… Una receta con muchos ingredientes pero que te deja un sabor Irrepetible.

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