Con las manos en la cabeza, con la boca abierta agarrándose la cara, como el emoticono del whatsapp, así estamos todos ante las noticias de la muerte por de una menor de 12 años a causa de un coma etílico y el ingreso de otros dos por la misma causa.
¿Pero sabéis qué es lo peor?, que esto es sólo lo que hemos llegado a conocer. Me gustaría que si algún sanitario de urgencias leyera esto, pudiera corroborar mis palabras. Estoy segura que cada fin de semana esta situación es bastante frecuente.
Y yo me pregunto, ¿Qué está ocurriendo? y creo que la respuesta es que se están dando una serie de circunstancias en la educación que al confluir, dan como resultado el tema que estamos tratando.
Por un lado nos encontramos el adelantamiento de las etapas por las que debe pasar un menor. A partir de un momento determinado, nos entra prisa para que nuestros hijos se hagan adultos, pero no con las características de los adultos, sino con los derechos y los estilos de vida, para lo que no están en absoluto preparados ni orgánica, ni emocionalmente.
Por otro lado,en líneas generales, educamos en derechos pero no en obligaciones.
Por otro, nos olvidamos que deben saber superar frustraciones y esto se consigue usando un «no» inteligente, pero a veces, por «miedo» a las rabietas y más tarde a los enfrentamientos, por comodidad o por falta de tiempo, no lo hacemos.
Educar en valores como Responsabilidad, Esfuerzo, Constancia, Criterio… es algo que cada día está más alejado de la crianza de nuestros hijos.
Cada uno con sus circunstancias, cada padre y cada madre con su bagaje emocional metido en su mochila y de esta manera enfrentándonos a la educación de nuestros menores, queriendo ser padres y madres perfectos confundiendo «ser perfecto» con «dárselo todo», no vaya a ser que los niños se sientan mal y como resultado, muertes e ingresos por comas etílicos, consumo de drogas, sí, el porro es una droga y muchos niños menores de 15 años lo fuman, falta de motivación, personas «blanditas» que a la mínima se caen y no saben levantarse, agresividad a flor de piel con compañeros, con adultos, con sus propios padres, sexo sin criterio, autoestima mediatizada por lo material… ¿qué estamos haciendo?.