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No hay dos pacientes iguales. No hay dos diagnósticos iguales.

Sonia Esquinas. Psicóloga Sanitaria

Formación Cualificada

Psicología sanitaria

Trayectoria consolidada

+ de 25 años de Experiencia

Últimamente hablo mucho de la ansiedad.

Supongo que será porque está muy presente en nuestras vidas, tanto en adultos como en los niños y creo que cada día más.

Partimos de la base de que la ansiedad por sí misma no es mala. Es un mecanismo de defensa que tenemos los humanos para responder en milisegundos ante un peligro. El problema está en que hay veces que esta adrenalina, sustento físico de la ansiedad, se dispara sin necesidad de un estímulo amenazante. Cuando esto ocurre, empezamos a tener síntomas como mareos, palpitaciones, dolor en el pecho, trastornos digestivos…y empezamos a asociarlo con alguna situación concreta, por lo que se produce un aprendizaje y cada vez que estemos en esa situación puede aparecer esos síntomas que intentaremos evitar por encima de todo.

Cuando tenemos la ansiedad alta, sobre todo en los niños, parece que tenemos un motor dentro de nosotros, se muerden las uñas (onicofagia), puede aparecer fobias escolares, miedos, llantos, puede aumentar o disminuir el apetito, trastornos del sueño…

Normalmente en los niños suele ir asociado con algún acontecimiento estresante en sus vidas, muerte de un ser querido, divorcio de los padres, problemas de relación en el colegio, problemas con las calificaciones…

Debemos estar pendientes de los cambios de conducta de nuestros hijos, normalmente siempre reaccionan aunque no lo verbalicen y darnos cuenta de esos cambios les puede ayudar a que afronten mejor tanto en tiempo como en modo.

Es sólo una cuestión de observación, de estar pendientes y de mirarlos a la cara con atención. Es fundamental y parte de nuestra labor de padres darnos cuenta de los cambios para poder cuidarlos de una manera integral.

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